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viernes, 3 de diciembre de 2021cermi.es semanal Nº 461

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Opinión

En la buena dirección

Ciberdelincuencia

José Manuel González Huesa, director cermi.es semanal y director general de Servimedia

03/12/2021

José Manuel González Huesa, director cermi.es semanal y director general de ServimediaEl aumento de la ciberdelincuencia ha sido evidente en los últimos años, tanto cuantitativa como cualitativamente. En cifras oficiales, en el año 2016 en torno al 4,6 por ciento de todas las denuncias que recibían las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado estaban relacionadas con la ciberdelincuencia (tanto delincuencia informática pura como el acceso ilícito a sistemas de información, daños informáticos, delitos, fraudes contra propiedad intelectual o contras las personas). En el año 2020 ha pasado a representar un 16,6 por ciento. Y esto sigue en aumento. En cuanto a los números de hechos conocidos denunciados (puede haber otros muchos sin denunciar) hemos pasado de 92.716 en 2016 a 287.963 en el año 2020, por lo tanto, en cuatro años han aumentado un 210 por ciento. 
 
El peso específico de estos delitos se lo lleva el fraude informático, sobre todo las estafas. El fraude es el problema más importante puesto que en 2016 había 70.178 y en 2020 han pasado a ser 257.907, lo que representa un 267 por ciento más. En el último año, las estafas han aumentado un 32 por ciento y eso tiene una explicación por la mayor actividad de los usuarios en internet durante la pandemia. 
 
Los delitos digitales más frecuentes son las estafas, pero como delitos específicos hay muchísimos en el fraude on line. El abanico es muy relevante, cada vez hay una mayor ingeniería social en relación con cualquier tipo de engaño. La delincuencia busca el beneficio económico, el enriquecimiento ilícito. El objetivo es conseguir datos, especialmente personales, muy valorados por los delincuentes. Por eso los correos electrónicos, las cuentas y medios de pago son muy valorados. Los “malos” obtienen los datos y los explotan directamente o hacen paquetes de información para luego venderlos. Los accesos a plataformas de pago son un gran negocio.
 
El problema es que ha pasado de ser una delincuencia general, con ataques indiscriminados, a llegar hasta donde pueden. Alguna persona siempre “pica” con campañas dirigidas tanto hacia los usuarios como a las empresas. Ahora, por ejemplo, que se ha celebrado el Black Friday y utilizamos más el comercio electrónico o cuando estamos en la campaña de la declaración de la renta, nos llegan mensajes o correos que nos reclaman documentación de los usuarios. En relación con las empresas, los “malos” hacen un estudio de mercado previo, identifican las vulnerabilidades técnicas y también las humanas con personas muy expuestas en redes sociales, ya que éstas cuentan su trabajo o su vida privada y los delincuentes aprovechan los datos para generar el engaño. 
 
Uno de los principales modus operandi es la simulación de un correo electrónico entre dos empresas que están en contacto, así por ejemplo entre una empresa y su proveedor y ahí los delincuentes intentan aprovecharlo en caso de problemas de pagos con el banco o algo similar. O al revés, el cliente intenta engañar al proveedor. Un problema importante actualmente es el denominado “fraude al Ceo”, ya que intentan suplantar al propio directivo con liberación de pagos, a través de una ingeniería social, y realizan un estudio de seguimiento de cada uno de los casos, con “inteligencia previa”, lo que genera un negocio muy importante. 
 
Por desgracia, la ciudadanía está más expuesta ahora en internet. En la calle intentas ir con cuidado por donde vas, mientras que en las redes no somos conscientes de determinadas actividades que realizamos en la red. Pecamos de inocencia cuando presuntamente tu banco se pone en contacto contigo al pedirte las claves por un problema técnico, o buscamos un producto por internet para conseguir una rebaja del precio. En el mundo real lo tenemos claro mientras que en el virtual sufrimos las técnicas del engaño que cada día son más sofisticadas y eficaces. Durante la pandemia se incrementó la entrega de paquetería, por ejemplo, y los delincuentes aprovechaban para enviar spam de un supuesto paquete y aprovechar a entrar en tu vida con la descarga. Ha habido situaciones muy peligrosas, porque ni te enteras de que conocen todos tus movimientos.
 
Y aunque el sistema de los métodos de pago digital que tenemos diseñado es sólido, el problema lo tenemos los usuarios porque no tenemos suficiente “higiene digital”, no tenemos cuidado para que nuestras claves sean robustas, por lo que debemos actuar con mucha seguridad al utilizar las tarjetas electrónicas y los pagos digitales. Hay que hacer mucha pedagogía en estos temas, como, por ejemplo, en los pagos con Bizum.
 
Por tanto, y antes que nada, lo primero es tener sentido común. Al practicar comercio digital hay que sospechar de las superofertas, de los chollos en las páginas de compraventa de productos. Tened mucho cuidado porque pueden sacarte del canal de comunicación y a partir de ahí te empiezan a engañar, te embaucan, te envían links y crees que estás dentro de un sistema seguro. Mucho cuidado con la información personal (no darla nunca), con las ofertas de trabajo, con adelantar dinero en concepto de tasas o cualquier actividad sospechosa por internet.
 
Hay que actualizar los equipos, nada de software piratas, instalar antivirus tanto en el ordenador como en los equipos móviles y utilizar cortafuegos. En caso de duda con las páginas web, realizar un análisis en internet. Las urgencias y las prisas no son buenas consejeras. Estad prevenidos para que no nos engañen. 
 
Y como el abanico de los fraudes es muy extenso, no hay un patrón específico. Las personas que no conocen las tecnologías son más precavidas y tienen más miedo. Y los jóvenes, que se supone que pueden conocer más la tecnología, deben tener mucho cuidado, por ejemplo, con las falsas inversiones con las criptomonedas. 
 
Las personas mayores, más que un colectivo vulnerable es un grupo de población al que hay que prestar una mayor atención y ofrecerle la formación necesaria en el manejo de los sistemas informáticos. 
 
En una década, España será el segundo país más envejecido del mundo, las personas mayores de 65 años representarán el 24% de la población total, según las proyecciones del INE. Por este motivo, y ante la situación que vivimos todos los ciudadanos, hay que ofrecer formación de calidad a las personas en general y a las personas mayores en particular, con el fin de entender mejor el manejo de las nuevas tecnologías y así evitar los posibles problemas que por su desconocimiento se puedan producir en la vida diaria. 
 
Es imprescindible que el pago tradicional siga existiendo y que, al mismo tiempo, se ofrezca una formación adecuada para estar más protegidos ante los posibles fraudes digitales, con ayudas en las oficinas bancarias para realizar cualquier operación. Las entidades deberían tener en cuenta que las personas mayores tienen sus ahorros e ingresos en sus compañías y es muy importante que se siga prestando el servicio como se ha hecho con anterioridad y, por tanto, tener en cuenta la convivencia de lo presencial y lo digital. Debe respetarse la dignidad y los derechos de todas las personas mayores, evitando el maltrato y haciendo una ciudad amigable para todas las edades, para todas las personas.
 
Las personas con discapacidad pueden estar más expuestas ante la nueva delincuencia digital. La falta de una cultura digital o la inaccesibilidad de los entornos las colocan en clara desventaja. El uso del efectivo y del dinero electrónico han de convivir sin restricciones. La reducción de alternativas perjudica a los consumidores vulnerables. Muchísimo cuidado y más ahora que llegan las fiestas de Navidad.
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